Autor: Vivian Mansour
Me pareció muy chistoso el apodo que le tenían al niño “el cobijas”,
pero hacia respetar su apodo ya que él se mantenía dormido.
Me gustó mucho la almohada del cobijas que hasta a mí me gustaría tener
una de esas porque él podía soñar lo que quisiera con tan solo pedírselo a su
almohada, así siempre dormiría uno feliz.
Me pareció gracioso la parte donde le ocurrió algo inesperado al niño,
ya que le pidió a la almohada que en el sueño se aliviaría, pero soñó con un
moco gigante que se le salía de la nariz, y a todos les encantaba el moco
porque se estiro como si tuviera vida propia y llego hasta el colegio, lo
charro fue que sus amigos resultaron jugando con él.

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